Recientemente, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OHCHR, por sus siglas en inglés) redactó y publicó, sin la autorización del Consejo de Derechos Humanos, un informe titulado “Evaluación sobre Varias Cuestiones Preocupantes en materia de Derechos Humanos en Xinjiang, China”. Dicho informe es un mosaico de desinformación y un instrumento político al servicio de la estrategia de unos países occidentales de usar a Xinjiang para contener a China. Últimamente, más de 60 países enviaron una carta conjunta a la Alta Comisionada, subrayando que los asuntos de Xinjiang son puramente asuntos internos de China, y expresaron su gran protesta contra la elaboración sin autorización de este informe por parte de la OHCHR. Cerca de 1.000 ONGs chinas y extranjeras también mandaron una carta conjunta a la Alta Comisionada para expresar su enérgica oposición a la OHCHR por haber publicado sin autorización un informe que no corresponde a los hechos.
Cabe destacar que, e incluso en este informe ilegal y sin credibilidad, no se atreven a seguir difundiendo afirmaciones absurdas de que en Xinjiang existan los presuntos “genocidio”, “trabajo forzado”, “opresión religiosa” o “esterilización forzada” , entre otras. La mentira del siglo inventada por algunos pocos países occidentales ya se ha quebrado.
En mayo pasado, la entonces Alta Comisionada de Derechos Humanos, Sra. Michelle Bachelet, visitó a Xinjiang, donde realizó, de acuerdo con su propia voluntad, una serie de visitas, reuniones e intercambios. Basándose en la información de primera mano que obtuvo allá, publicó una declaración oficial, en la que agradeció la invitación del Gobierno chino, presentó las visitas y actividades que tuvo en Xinjiang, expresó su aprecio a los logros y esfuerzos de China en la reducción de la pobreza, la protección de grupos específicos, los derechos humanos, el imperio de la ley y la salvaguarda del multilateralismo, así como los resultados de cooperación acordados con China. Sobre la cuestión de Xinjiang, Bachelet dijo que sus intercambios y diálogos en Xinjiang se llevaron a cabo sin supervisión y no hizo eco a la mentira del sigo fabricada por los países occidentales.
Como la Alta Comisionada no actuó según las expectativas de estos países, empezaron a atacar y calumniar en lo que podían su visita oficial a China, hasta forzarle a renunciar, y manipularon un grupo de personas antichinas dentro de la OHCHR para fabricar este informe que difiere considerablemente de la declaración de la misma Alta Comisionada. Está claro que a estos países, que no cesan de manifestar su “preocupación” por la situación de los derechos humanos en Xinjiang, no les importa nada cuál es la situación real. Sólo necesitan que todas las partes sigan a las mentiras que han inventado para servir a su propósito de contener a China usando Xinjiang.
Las llamadas cuestiones relacionadas con Xinjiang no son cuestiones de derechos humanos, etnicidad o religión, sino de combates contra el terrorismo violento, el separatismo y el extremismo. Después de la década de las 90, por el impacto de los cambios en el escenario internacional y la propagación del terrorismo y el extremismo por todo el mundo, Xinjiang entró en un periodo marcado por frecuentes actividades violentas y terroristas. Según datos incompletos, del año 1990 hasta finales de 2016, las fuerzas terroristas y extremistas cometieron en Xinjiang y otros lugares en China miles de casos de terrorismo violento, los cuales resultaron en la muerte de un gran número de personas inocentes y cientos de agentes policiales, al tiempo de causar enormes pérdidas materiales. Para colmo, el 5 de julio de 2009, las fuerzas extremistas dentro y fuera del país, en cooptación, cometieron el notorio incidente criminal violento en Urumqi, capital de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, que conmocionó tanto a China como al extranjero. Miles de terroristas actuaron simultáneamente en múltiples sitios en Urumqi, matando frenéticamente a la gente y causando 197 muertos, más de 1.700 heridos y 331 tiendas y 1.325 vehículos destrozados por vandalismo.
En este contexto, Xinjiang libró de acuerdo con la ley la lucha antiterrorista y de desradicalización, la cual frenó eficazmente las actividades terroristas que tendían a aumentar en cantidad y frecuencia. Desde 2017, en más de 5 años consecutivos no ha ocurrido ningún incidente grave de terrorismo violento en Xinjiang, se ha mejorado significativamente la seguridad social y el pueblo local vuelve a disfrutar la paz y la tranquilidad.
Justamente fue a partir del 2017 cuando las fuerzas antichinas, que se resignaban a aceptar que sus intentos de crear separación y disturbios en Xinjiang habían fracasado, recurrieron a fraguar rumores falsos y mentiras sobre Xinjiang en el plano internacional. También fue en ese mismo año cuando la OHCHR empezó “repentinamente” a preocuparse por las llamadas cuestiones de derechos humanos en la región autónoma, pero haciendo caso omiso de los graves daños causados por los incidentes de terrorismo violento ocurridos en Xinjiang, lo que hace cuestionar su verdadero motivo.
Una mentira repetida mil veces no se convierte en la verdad. Según la estadística, en los últimos años, Xinjiang ha vivido una época marcada por el sostenido desarrollo económico, la continua mejora de la vida de la población, el florecimiento cultural sin precedentes, y la coexistencia armoniosa entre diferentes religiones. A lo largo de los 60 años desde el establecimiento de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, la economía local se ha multiplicado por 160 y el PIB per cápita por 30. La población uigur en Xinjiang ha crecido de unos 3,6 millones en el primer censo nacional de 1953 a más de 11,6 millones en el séptimo censo realizado en 2020. La esperanza de vida per cápita ha aumentado de menos de 30 años en 1949 a 75,65 años en 2020. Para cada 530 musulmanes en Xinjiang hay una mezquita, porcentaje superior al de muchos países occidentales y musulmanes. A finales de 2020, más de 3,06 millones de residentes en las zonas rurales de la región autónoma salieron de la pobreza.
En los últimos años, cerca de 100 países, incluidos los países musulmanes, se han pronunciado de forma pública y continuada en foros multilaterales como el Consejo de Derechos Humanos y la Tercera Comisión de la Asamblea General de la ONU, apoyando la posición justa de China en las cuestiones relacionadas con Xinjiang y oponiéndose a la injerencia en los asuntos internos de China so pretexto de estas llamadas cuestiones. Esta es la corriente principal de la comunidad internacional. Los problemas de derechos humanos a los que la comunidad internacional debería prestar más atención y abordar con urgencia son el genocidio y el exterminio cultural de pueblos indígenas como los indios, el tráfico de mano de obra procedente del extranjero para la esclavitud moderna y el trabajo forzoso, la sistémica discriminación racial contra las minorías raciales, la violencia con armas de fuego que provoca un sinfín de víctimas civiles, el retroceso histórico de los derechos de la mujer, las torturas y los abusos en las prisiones extraterritoriales, la imposición de sanciones unilaterales que violan gravemente los derechos humanos en otros países, así como el ataque indiscriminado a civiles en operaciones militares en el extranjero.
El Gobierno chino está firmemente comprometido a implementar su política de administración de Xinjiang. Seguiremos promoviendo el desarrollo de alta calidad, la unidad étnica, el progreso social y la mejora del bienestar de la población en Xinjiang, para que todos los grupos étnicos puedan llevar una vida mejor.